En agosto de 2025, se completaron los trabajos de impermeabilización externa y restauración interna de la cúpula del atrio monumental de nuestra Embajada. Fue un trabajo de ingeniería complejo, que permitió poner fin a los problemas de infiltración de agua que estaban comprometiendo no solo la plena funcionalidad de la sede diplomática, pero también la decoración de un bien estatal de discreta factura arquitectónica y bastante raro en el contexto local. La villa, propiedad del Estado italiano desde 1991, es, de hecho, uno de los pocos ejemplos que quedan en el actual contexto urbanístico de vivienda alta burguesa que data de la primera mitad del siglo pasado.
La cúpula domina un atrio perfectamente redondo de unos 60 m2 y 7 metros de altura. En el centro del suelo de granalla, rodeado por una listón negra, se destaca una estrella de seis puntas de mármol negro. En la pared frontal se despliega una elegante escalinata helicoidal, con barandilla de hierro forjado por las sobrias líneas geométricas, coeva a la construcción, que conduce al primer piso.
El tambor de la cúpula se abre a siete ventanas arqueadas, que insisten en balaustres con columnas redondas. Cada arco presenta dos capiteles y, en el centro, un motivo de concha. La cúpula en sí está enriquecida por varios zócalos y cornisas de diferentes anchuras.
El rellano superior de la escalera insiste, a modo de balaustrada, sobre un sólido soporte arquitectónico decorado con hojas de acanto. En las paredes encontramos seis estructuras en forma de copa destinadas a albergar las luces.
Sobre el atrio monumental se abren de manera perfectamente simétrica seis puertas correspondientes a: entrada; sala de representación; secretaría; dos pasillos que conducen a las oficinas, respectivamente consular y comercial, archivo y centralino y al estudio del Embajador. Las puertas, de estilo barroco en madera maciza y de exquisita mano de obra, están todas lacadas, excepto las de la entrada y el estudio del Embajador, que permanecieron probablemente en su estado original de madera. Las perillas de las puertas, en bronce dorado, están decoradas en parte con bronces a forma de estrella que recuerdan el motivo del suelo.
El resultado es un espacio arquitectónico de gran armonía y, al mismo tiempo, de impacto escenográfico en forma y dimensiones, que sorprende al visitante, ya que desde la fachada no se puede ver la cúpula (visible, sin embargo, desde el jardín tropical). Las líneas cuadradas del resto de la propiedad contrastan con este espacio redondeado, cuya existencia es imposible imaginar desde el exterior.
Los trabajos de impermeabilización realizados consistieron en: colocación de los andamios; eliminación de los revestimientos exteriores existentes; preparación de la superficie y reparación de las grietas y fisuras existentes; aplicación de las capas necesarias de material de impermeabilización; Renovación de las alcantarillas y canalones; retirada y restauración de las siete ventanas del tambor; reensamblaje y sellado de las mismas; instalación del nuevo techo de la cúpula; pintura exterior de las paredes de la cúpula y de los marcos de las ventanas; Pintura interior de la cúpula con variaciones de tono para resaltar los elementos arquitectónicos y decorativos.
Con el fin de valorizar los agradables elementos arquitectónicos interiores, se han elegido tonalidades a escala, entre el marfil y el verde veneciano. Nos hemos inspirado en los famosos palacios patricios genoveses, los c.d. Palazzi dei Rolli, con cuyos atrios hemos encontrado algunas similitudes, aunque en la modestia, respecto a aquellas extraordinarias construcciones de nuestra sede diplomática.
Con estos trabajos, no solo hemos cumplido las obligaciones administrativas de garantizar una decorosa conservación del patrimonio arquitectónico italiano en el extranjero, sino que se ha pretendido, además, dar vida a un espacio de trabajo, donde poder organizar encuentros, conferencias y pequeños conciertos, como la iniciativa «Bajo la Cúpula: Encuentros literarios y musicales de la Embajada de Italia en San Salvador».